Apoyemos al Objetor de Conciencia Stephen Funk, que deberá comparecer frente a un tribunal militar por “deserción” 
el 4 de septiembre.
 

Por favor envía tus cheques pagaderos a: 

The Stephen Funk Legal Defense Fund
1230 Market Street #111,
 
San Francisco, CA 94102

o haz tu donación en el website http://www.notinourname.net/funk/

Escribe en favor de la solicitud de Stephen por licenciamiento inmediato como objetor de conciencia, a: 
+ Commandant of the Marine Corps, Headquarters, U.S. Marine Corps, Washington, DC 20380-1775 
+ Commanding Officer, Headquarters, 4th FSSG 4400 Dauphine Street, New Orleans, LA 70146-5400 

(Copia a la Defensa Legal de Stephen, o a Stephen stephenfunk@objector.org y payday@paydaynet.org - la carta será puesta en el website)

Mi nombre es Stephen Funk. Soy un reservista de la Marina que se declaró en contra de la invasión de Iraq. Me acusan de deserción, aunque haya regresado a mi unidad después de haber completado una solicitud de licencia del servicio como objetor de conciencia. La fecha para mi juicio es el 11 de agosto aquí en Nueva Orleans y me podrían condenar a dos años de calabozo. Oponerme a la guerra desde mi posición fue extremadamente difícil y estoy muy orgulloso de haberlo hecho, pero ahora necesito tu ayuda. 

Siempre me he considerado un activista que lucha con los oprimidos del mundo

Nací y crecí en Seattle, donde participé en las protestas contra la OMC. Cuando entré a la universidad me mudé a Los Angeles, donde protesté por la justicia socioeconómica ante la Convención Nacional Demócrata.

Siempre me he considerado un activista que lucha con los oprimidos del mundo. Desde la secundaria he trabajado con diversas campañas por los desaventajados, prisioneros políticos y por la paz y justicia en nuestras comunidades. Dejé Los Angeles porque sentía que la universidad que atendía era demasiado apática políticamente y me mudé al Area de la Bahía de San Francisco, con la esperanza de entrar a la Universidad de California en Berkeley. A pesar de todo esto, me persuadieron a alistarme a la Marina. Fuera de la escuela por primera vez, deprimido por la falta de dirección y confusión en mi vida, un reclutador fue capaz de convencerme de todo lo que podría aprender en el entrenamiento básico: liderazgo, trabajo en equipo, disciplina y, más importante, un sentido de dirección y de pertenencia, que fue lo que me convenció. Fue una decisión que tomé a los 19 años y en un estado mental nebuloso. 

La experiencia del “campamento de botas” rápidamente me regresó a la realidad, pero ya parecía demasiado tarde para que pudiera hacer algo. El propósito del entrenamiento militar es producir máquinas de matar no pensantes. Todos los seres humanos tenemos una aversión natural a matar, y cuando se nos obliga a gritar todos los días “Mata, Mata, Mata”, es un gran estrés para la mente, el cuerpo y el espíritu. Uno debe pasar por una transformación para poder acomodarse al modo de vida antinatural que enseñan los militares. Sin embargo yo me resistí, y como resultado mi convicción moral contra la violencia se fortaleció. Un entrenador de tiro me dijo que yo tenía una “mala actitud”, y que en una situación real no conseguiría una marca tan buena como la que había conseguido. Sin pensarlo contesté que tenía razón, porque matar gente no es correcto. Fue como si hubiera tomado una bocanada de aire después de haber pasado dos meses conteniendo la respiración, y no hubo manera de que pudiera regresar y “seguir adelante con el programa”. 

Había descubierto que la guerra en sí misma es inmoral e injustificable. Aún así, todos me dijeron que era inútil tratar de salirme. Nos entrenan a ser subordinados en nuestros pensamientos, palabras y acciones. Es duro alzarse contra todo eso, aun cuando uno sepa que tiene la razón. En febrero, mi unidad basada en San José fue llamada a apoyar la guerra en Iraq. No pude seguir obedeciendo. 

Durante las siguientes seis semanas me mantuve en contacto con mi comando, explicando porque no me había reportado todavía. Completé la papelería de mi objeción de conciencia que había comenzado antes y asistí a las protestas antiguerra con otros cientos de miles de personas. 

Me declaré públicamente de manera que otros en la milicia se dieran cuenta que ellos también tienen una opción y un deber de resistir

Frente a esta guerra injusta, que se basa en engaños de parte de nuestros dirigentes, no pude permanecer silencioso. En mi mente hubiese sido verdadera cobardía si teniendo la oportunidad de hacer algún bien hubiese preferido jugarla seguro. El primero de abril, luego de una rueda de prensa frente a mi base militar, me entregué. Hablé para que otros en la milicia se dieran cuenta que ellos también tienen una opción y un deber de resistir órdenes inmorales e ilegítimas. Uno no tiene que ser una rueda en la maquinaria de guerra. Cada uno tiene el inconquistable poder del albedrío. Quise que aquellos que están considerando alistarse oyeran y aprendieran de mis experiencias. 

Bajo la atención de la prensa, los militares dijeron inicialmente que mi solicitud de licenciamiento sería tramitada rápida y justamente, y que yo probablemente recibiría solamente un castigo no judicial por mi ausencia sin autorización. Ahora que ha bajado el escrutinio público, los militares dicen que merezco ser condenado. Siento que me están castigando simplemente por practicar mi derecho a la Primera Enmienda de la Constitución, y que están buscando un castigo impropio para disuadir a otros que quieran ser objetores de conciencia. 

En la base me han molestado unas cuantas veces. Algunos me han dicho que soy un traidor, cobarde y antipatriota. He recibido también algunas amenazas de muerte. Sin embargo, he recibido tremendo respaldo aun de personas alistadas en la milicia. Como mi comandante en jefe explicó a la prensa, “La Marina entiende que hay miembros del servicio opuestos a la guerra.” Ciertamente no estoy solo. 

No soy un abogado de la inclusión gay en la milicia porque personalmente no apoyo la acción militar. 

Cuando escribí mi solicitud de licenciamiento fui completamente honesto sobre quien soy. Parte de eso significó reconocer que soy gay. Creo que los homosexuales deben tener el derecho de servir si así lo deciden, y que eso de "Si nadie te pregunta no lo digas" es una política horrible que sólo ayuda a perpetuar los sentimientos antigay entre los rangos militares. Sin embargo, no soy un abogado de la inclusión gay en la milicia porque personalmente no apoyo la acción militar.

Tengo un gran defensor en el abogado Stephen Collier, de San Francisco National Lawyers Guild. No me ha pedido mucho dinero. Sin embargo, necesito reunir rápidamente fondos suficientes para viajes, hoteles e investigación. Costará al menos $10,000. Mi familia y yo no podemos pagar eso. 

Gracias por tu apoyo y por favor envía esta información a otros en condición de ayudar. 

Stephen Funk

June 26, 2003

refusing to kill